Es una letra, una línea
una curva cerrada hacia mi.
Hacia el centro, respira.
Un devaneo,
donde una mano es sirviente de la piel,
la sangre más atrás, más abajo
necesitamos orientarnos para no temer
y abrirnos hasta el elixir desesperado:
la condena de mirar el viento frotando la inmensidad.
Sólo es una letra,
despertar la pureza,
el aroma casi serrano del vacío.
Subirse al aliento que escupe el azar,
es el horizonte que me disipa.
El cielo es un dispensario,
la telaraña que sostiene el péndulo.
Esta ahí, después de la puerta azul
y vos anclado en un grito en el suelo.
una curva cerrada hacia mi.
Hacia el centro, respira.
Un devaneo,
donde una mano es sirviente de la piel,
la sangre más atrás, más abajo
necesitamos orientarnos para no temer
y abrirnos hasta el elixir desesperado:
la condena de mirar el viento frotando la inmensidad.
Sólo es una letra,
despertar la pureza,
el aroma casi serrano del vacío.
Subirse al aliento que escupe el azar,
es el horizonte que me disipa.
El cielo es un dispensario,
la telaraña que sostiene el péndulo.
Esta ahí, después de la puerta azul
y vos anclado en un grito en el suelo.
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