jueves, 29 de diciembre de 2011

Viene un viento.

Cuando escribo, yo no miro la punta de la pluma, sino el capricho, en el aire, de la otra punta de la lapicera.
RILKE
                          




Viene un viento:
El pensamiento paseando en círculos con un dedo sobre el agua de un vaso azul.
No es triste, no.
Es el día después de noche buena. No quisiera decirme que día es, para verme sentada en el mismo escalón del patio, esperando que por el costado de la parra entre un pedazo de sol y me seque.
En el suelo de la casa la sombra del árbol salva los artilugios con forma a nada, estampados, como ese plástico amarillo que tanto te llama la atención y queres jugar a recordar que fue, yo solo quiero escribirnos, no puedo jugar a eso ahora, se me va sino.
Viene un viento: 
Con los párpados acurrucados hacia abajo acariciabas las rosas, yo te vi, te escuche, cuando les decías “amor” en voz bajita y comprendí que todas las caras lindas son así.



Escrito navideño trasladado a noche de nuez y coca. 

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