lunes, 12 de septiembre de 2011

Sobre el silencio doméstico.

A veces me siento como una especie de mascota. Tengo ataques de silencio.
A veces creo que es porque no puedo hablar y escuchar al mismo tiempo. A veces por que soy una estúpida criticona que tiene una imagen falsa de si misma.
Ni siquiera me sale aventurarme con algún concepto tonto que me trague en alguna charla de bar en familia, el automatismo ese de decir, ah...si. Esos son los malos, estos los buenos, los musulmanes son machistas, vi a Marta, estaba más gorda, etc. ó simplemente copiar a mis padres, esa es la más fácil.

Por suerte tengo mis aliados, una señora triste y peluda dijo: - ¡Correte! quiero verla aunque no hable- yo me sentí bastante presenciada, me imaginé como una actriz con la obligación moral y simpática de hacer un monólogo sobre por que no me pinte las uñas y no sé que otra pelotudez, total es lo mismo.
 Y pensé: ¡ qué crueldad! ¿mirarme porque no hablo?, más mascota fuí cuando mi amiga (que es un amor)  dijo,  ...-Ella es así, tranquilita- Faltaba que me acaricie la cabeza como a un perrito bobo.
No entiendo mucho estos momentos la verdad, ¿esperamos que el otro hable?, particularmente yo no espero que nadie me hable. Supongo que debe ser que mi imaginación me esta jugando otra mala pasada.
Como era de esperarse, me encogí de hombros y no dije nada, ¿qué tendría que decir? No señora, no hablo, disculpe, prometo no volver a hacerlo y traerme un cuadernito con una lista de posibles charlas de mesa.

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